- Evaluar la gravedad de la lesión mediante pruebas funcionales y de movilidad.
- Diseñar un programa de recuperación personalizado que tome en cuenta tus actividades diarias y objetivos deportivos.
- Garantizar una progresión segura en los ejercicios para evitar sobrecargar la articulación.
Por ejemplo, un cliente que intentó retomar su rutina sin hacer ajustes agravó su lesión inicial, prolongando el tiempo de recuperación. Trabajar con un experto puede prevenir estos errores y acelerar tu retorno a la actividad normal. Además, los profesionales pueden incorporar terapias complementarias como masajes terapéuticos o el uso de dispositivos de electroestimulación para mejorar la circulación y reducir la inflamación.
- Escucha a tu Cuerpo: Si un ejercicio causa dolor agudo, detente inmediatamente y ajusta el movimiento o consulta con un profesional.
- Evita Movimientos Explosivos: Opta por movimientos lentos y controlados, asegurándote de mantener una alineación correcta en cada repetición.
- Prioriza la Movilidad y Estabilidad: Estas son las bases para una recuperación exitosa. Trabaja primero en estabilizar la articulación antes de buscar aumentar la fuerza.
- Progresión Gradual: Incrementa la intensidad y el volumen de manera progresiva, evitando forzar los límites de la articulación.
- Complementa con Hábitos Saludables: Incluye una alimentación rica en colágeno y nutrientes esenciales, así como un descanso adecuado para apoyar el proceso de reparación muscular y articular.